RAFFAELLO ROMANELLI (1856 -1928)

Raffaello Romanelli, hijo de Pasquale, nació en Florencia el 13 de mayo de 1856. Desde pequeño acudía al estudio de su padre, donde adquirió sus primeras habilidades para el dibujo. Era una tradición italiana pasar desde mediados de julio hasta septiembre en la montaña o en el mar, con tal de evitar el tórrido calor veraniego de la ciudad; por eso, la familia de Raffaello pasaba la estación en Viareggio. Allí, el niño se enamoró del mar, e insistió tanto en navegar que su padre, cuando alcanzó los catorce años, lo confió al capitán de un velero de Livorno. Volvió tras pocos meses, enfermó y, por ese motivo, fue posible convencerlo de que se inscribiese en la Accademia di Belle Arti y acudiese al estudio de su padre para aprender a trabajar el mármol. En 1876, Raffaello, que ya contaba con veinte años, ganó el premio del certamen anual de la Accademia con un bajorrelieve donde se representaba a Jacob y Raquel en el pozo. Tres años después, obtuvo una beca para estudiar en Roma. Otra obra que despertó el interés en el joven artista fue la estatua de Mucio Escévola. Recibió de su padre los encargos de los retratos de los príncipes Demidoff y en ese momento Raffaello fue nombrado catedrático por la Accademia di Belle Arti. Tras la muerte de su padre en 1887, Raffaello tomó las riendas del estudio en Borgo San Frediano, mientras que su hermano se encargó de la administración de la Galería en Lungarno Acciaioli. Tal y como había hecho Pasquale por Lorenzo Bartolini, Raffaello completó las obras inacabadas de su padre. En el estudio de San Frediano recibía a ilustres e importantes clientes para hacer sus retratos en mármol o bronce. Pronto, su fama superó a la de su padre y alcanzó un nivel internacional. A partir de la década de los noventa trabajó en una serie de encargos de gran importancia: los monumentos de Garibaldi en Siena y Carlos Alberto en Roma, Donatello en la iglesia de San Lorenzo en Florencia, el busto de Benvenuto Cellini del Ponte Vecchio, el monumento del rey Carlos I de Rumania, los retratos del papa Benedicto XV y de William Penna Filadelfia, el monumento conmemorativo de la unión de Moldavia y Valaquia en Galatz (Rumania) y el grupo Jesús y el ciego por el que recibió el Grand Prix en la Exposición de San Luis. La producción de Raffaello fue tan vasta que desde 1894 alquilaba un segundo estudio en Santo Spirito.

En 1892 dirigió la restauración del Rapto de las Sabinas de Giambologna llevada a cabo por el director del Opificio delle pietre dure, Edoardo Marchionni. La operación se repitió en 1907 para otra obra de Giambologna, El océano, de la cual más tarde realizó una copia en mármol para colocar en el lugar de la original en el Jardín de Bóboli y, luego, una reproducción de la fuente entera para el jardín de la mansión Rockefeller en el norte de Nueva York. En 1901 viajó a San Petersburgo para admirar las obras de Antonio Canova y de Bartolini en el Hermitage, y después a Moscú, donde le encargaron los bustos de los cantantes de ópera Nikolaj Nikolaevič Figner y Medea Mei, y de la bailarina Virginia Zucchi. También trabajó mucho para Rumania, donde se convirtió en el escultor oficial de la familia real, lo que le hizo realizar numerosas estancias en el país y crear unas cuarenta obras. En 1913 Raffaello ganó el concurso, con 142 participantes, para realizar el monumento al zar Alejandro II, uno de los monumentos más grandes de Europa. Raffaello era un trabajador incansable que, además de sus monumentos y sus retratos, creó numerosas obras de pequeña y mediana dimensión de los sujetos más variados: religiosos, alegóricos, animales… Su producción cuenta con más de 2300 obras. Raffaello falleció en 1928, pasando el testimonio a su hijo Romano.

 

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